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Pasión, atracción, excitación instantánea, … en las películas parece que las relaciones sexuales son siempre satisfactorias para ambas partes, sin eyaculación precoz, sin disfunción eréctil, sin dolor,… donde ambas personas llegan al clímax siempre al mismo tiempo, igual que en la vida real ¿verdad?.

Nuestra vida sexual empieza en el momento en que nacemos, y vamos recibiendo información acerca de ella y de cómo son las relaciones sexuales. Tras años de información errónea, donde el sexo muchas veces sigue siendo un tema tabú, nos creamos la falsa idea de cómo deberían ser las relaciones sexuales, y claro, cuando no son como esperamos aparece la frustración y la decepción.

Y aparecen las dudas, “¿lo estaré haciendo bien?, ¿le estará gustando?, ¿le gustaría más de otra manera?”, cuando lo que deberíamos preguntarnos es: “¿me está gustando?, ¿preferiría que fuese más/menos intenso?, ¿estoy cómodo/a con esto?”.

Nadie nos habla del miedo al fracaso en las relaciones sexuales, de un pensamiento intrusivo que viene del miedo a no poder complacer a la otra persona, a no cumplir con las expectativas.

En los hombres causa un descenso brusco e involuntario de la erección. Cuando esta situación se repite, aparece la culpa por no poder satisfacer, el miedo al rechazo, al fracaso de las relaciones sexuales, la frustración por no poder controlarlo… incluso causando la evitación de futuras relaciones sexuales por miedo a que se repita la situación.

En el caso de las mujeres, vemos como aparece este mismo miedo materializado con la incesante intentona de satisfacer a la otra persona, de forma prioritaria, olvidando su propio placer llegando a la falta de orgasmo en la mayoría de encuentros. Cuando esto se repite de forma prolongada, podría desarrollarse la anorgasmia.

¿Qué podemos hacer ante estas situaciones?

  1. Tratarnos siempre con cariño y amor a nosotros mismos, sabiendo que somos nuestra prioridad y que las relaciones sexuales se basan en el disfrute compartido. Eres el/la único/a responsable de tu placer. No eres responsable del placer del resto de personas.
  2. Descubre tu mismo/a qué te excita, no necesitas a nadie para complacerte ni las cosas que nos excitan son para todos las mismas.
  3. Se consciente de cuales son tus miedos y cuando aparecen.
  4. Acepta dichos miedos, sin dejar que te controlen.
  5. Comunica siempre a la otra persona qué cosas te gustan y qué no, qué sientes, qué piensas. La otra persona no es adivina, solo sabe qué queremos cuando se lo decimos.
  6. Habla con tu pareja acerca de la situación.
  7. Acude a un especialista si este tipo de situaciones se repiten.

Y recuerda, las relaciones sexuales no son siempre como en las películas, crea tu propia película.

Mireya

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